En el Festival Internacional de Cine en Guadalajara, edición 35, se llevó a cabo el "Conversatorio Docslab: Aprender y emprender" y se habló del trabajo de este laboratorio que apoya a documentalistas desde que su proyecto era un embrión, hasta su acompañamiento para distribuirlo.

En la charla, Inti Cordera y Rodolfo Castillo-Morales explicaron la importancia de apoyar el documental y a los nuevos cineastas, tanto en Docslab de la Ciudad de México, como en Doculab, del FICG.

Explicaron que DocsMX es un circo de tres pistas, la principal es la exhibición, la segunda la formación y la tercera la finalización de los proyectos.

En el 2006 se entregó el primer premio a un proyecto en desarrollo, y de la mano de IMCINE, al segundo año además de recibir carpetas con un grupo de trabajo, se añadió el primer taller de formación.

En su tercera edición, Docslab ya ofreció formación académica, y con el tiempo se formó una red con otros países que en sus festivales impartían talleres de formación.

Desde hace cinco años se creó el acompañamiento en la finalización de proyectos, encontrando dónde distribuir y hasta campañas de impacto para apoyar los temas que los documentales proponen.

“Hemos tenido la fortuna de ver que después en el festival se ven las películas que pasaron por talleres”, aseguró Inti Cordera, director ejecutivo de DocsMX.

Contó que en los 5 talleres que hicieron este verano, se inscribieron 150 proyectos.

Rodolfo Castillo-Morales aseguró que estos espacios Docslab y Doculab son muy importantes, ya que ni el la carrera se habla del documental por verlo menor que la ficción, así que estos talleres se vuelven fundamentales pata quienes deseas dedicarse a filmar la realidad.

En la charla se invitó a Jorge Curiel y Martha Núñez, directores del documental “Iluminados” que formó parte de Docslab en el 2016.

“Fue un proceso muy largo, cuando vas a platicar a una beca, te piden ya tener grabado algo y es difícil”, comentó Martha Núñez, “En 2016 quedamos seleccionados y entramos en el taller, es muy enriquecedor, se genera diálogo e interacción con los compañeros y es como un termómetro de cómo le puede ir a la película”.

Ellos tenían dos protagonistas en su documental: un artista visual ciego y una vidente.

“Desde un inicio nos dijeron ahí que no veían fuerte a la vidente, y a partir de ahí te haces muchas preguntas y a la larga nos encontramos otros comentarios del público de que desde allá nos cuestionábamos”.

Pasaron por diferentes talleres hasta llegar a una etapa de postproducción en Cartagena.

“Y nos confirmó que debíamos cambiar el corte del final”, añadió Jorge Curiel, “Parece que el documental es un trampolín para hacer ficción, pero no, y cada vez hay más apertura e interés, estos talleres y premios son maravillosos”.

El documental es un mapa de viaje que ayuda en definitiva a que el proyecto llegue a buen puerto: el público.